La fiebre del rugbi ha invadido Francia. Y no solo los estadios o el ambiente de las calles. Expertos en vender su cultura y en hacer suyo lo que procede de otros países, los franceses han sabido aprovechar la celebración de la Copa del Mundo de rugbi para convertirla también en un acontecimiento artístico. En museos, galerías de arte e incluso teatros florecen manifestaciones de todo tipo inspiradas en la estética, la mística y la épica que rodean a este deporte.La apuesta cultural en torno a los héroes de la pelota ovalada caducará con la final del mundial, el próximo 20 de octubre. Entre tanto, y al calor de las pasiones que levantan partidos como el del pasado viernes entre Francia que ganó e Irlanda, la iniciativa cosecha un gran éxito de público. Bajo el título Rugbi, un mundo de emociones, el Ayuntamiento de París ha organizado una exposición que zambulle al visitante en los diferentes momentos de un partido.
Desde los prolegómenos pasando por el vestuario hasta llegar al campo de juego. En una gran pantalla, los famosos All blacks, el equipo de Nueva Zelanda, ejecutan el haka, la espectacular danza guerrera maorí que realizan antes de cada partido. En cambio, la exposición que consagra la ciudad de Burdeos al rugbi se centra en los orígenes y la historia de este deporte a través de 600 objetos.Por su parte, el museo del Quai Branly de París, dedicado a al arte aborigen de Oceanía, Africa y el continente americano, ha encontrado en el rugbi la metáfora perfecta de para ilustrar el espíritu de la institución: el diálogo entre las culturas. Así que se ha calzado el uniforme una imagen gigante de los All blacks recibe a los visitantes en la entrada y el tejado se ha transformado en campo de juego para albergar un ciclo de conferencias sobre el imaginario de los pueblos y la relación entre los antiguos rituales religiosos de celebración de la unidad colectiva con la fiesta deportiva moderna.El museo también ofrece visitas especiales a la colección de Oceanía en la geografía particular del rugbi Nueva Zelanda es un país inmenso y las islas Fidji, Tonga o Samoa son territorios relevantes y cursos prácticos de haka. Todo gratis, aunque la operación no es gratuita. "Queremos atraer a la gente que considera aburridos los museos", confiesa el director del centro, Stéphane Martin.Otra institución museística, el Museo Fabre de Montpellier, dedica una exposición de pintura a la relación del rugbi con el arte moderno confrontando a dos artistas surgidos del cubismo: André Lhote (1885-1962) y Robert Dalaunay (1885-1941). Un deporte tan fotogénico tenía que ser objeto de una muestra fotográfica. La galería parisina Confluences muestra los retratos en blanco y negro realizados por Denis Rouvre, al que los principales equipos abrieron las puertas de sus vestuarios en la primavera del 2006.
La pelota ovalada se desliza incluso en el teatro. En Lyón y París, sendas compañías han llevado a la escena historias más o menos hilarantes protagonizadas por jugadores de rugbi. El arte se ha colado también en las grandes pantallas que retransmiten los partidos en la explanada del Ayuntamiento parisino y de Trocadero, frente a la torre Eiffel. Antes de cada encuentro, se proyectan los vídeos filmados en torno a la celebración de un partido por un artista francés, Frank Scurti, y un escocés, Roderick Buchanan.Y la industria editorial no podía quedarse atrás. Más de una decena de apetitosos libros de ilustraciones hincan el diente en la melé. En alguna medida, el mundo de la cultura se ha aplicado la frase del cineasta Louis Malle: "El rugbi no es únicamente la vida. Es más que la vida".
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