El capitán de Escocia en 1924, Wavell Wakefield, reconoció en público que había perfeccionado su técnica en los placajes defensivos entrenándose con cerdos en la granja de un amigo. "Es ideal, porque tienes que agarrarles con cuidado de no romperles las patas y, a la vez, tienes que evitar que no te arañen la cara con las pezuñas". Lo que nunca quiso dejar caer Wakefield es que estableciese ningún paralelismo con los rivales. Es algo que en rugby ni se imagina uno. Peor es lo de otro escocés, Jock Wemyss, que disputó dos ediciones del torneo antes de la I Guerra Mundial y después de la contienda tuvo que jugar contra Francia en 1920... sin botas, ya que la Federación se negó a proporcionarle un par nuevo alegando que el jugador deberia haber conservado las que tenía antes de la Gran Guerra. Economía de guerra, que se dice y nunca mejor dicho.
miércoles, julio 23, 2008
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